jueves, 22 de julio de 2010

Versos del Estudiante

DESEOS

I
El sordo quiere oír
el mudo quiere hablar
y yo te quiero pedir
tus labios para besar


II
Con la pelota y la mujer
siempre hay que saber jugar
para así poder lograr
meter el gol triunfal.


SEMANA DE AMOR.

El lunes la conocí
en el mirador del frente.

El martes la escribí
una cartita decente.

El miércoles esperé
tener la contestación.

El jueves la recibí
y en ella me dijo sí.

El viernes la encontré
y sólo le dije que

el sábado estaré
en el mismo mirador y

el domingo muy temprano
seré dueño de su amor.


ES LICOR ¡REACCIONA HOMBRE!

Amigo
Si eres hombre
bota ese vaso de licor empedernido
que en sus interior lleva
un cuchillo envenenado
para acabar contigo.

Me dices que es sabroso y exquisito
y que sólo el verlo te causa anhelo.
¡Está bien!
Yo te digo simplemente
que tras ese sabor
está la muerte con su negro velo.

Te ríes, gozas, hablas de mujeres,
de actos indecorosos cometidos,
cantas alegre… y triste de repente
y lloras sin saber porqué
amargamente.

¡Reacciona!
Sabes que eres hombre, ser superior del universo.
Piensa que una misión a cumplir viniste:
A vivir y no a vegetar como un árbol terso.
Mira que en cada gota de licor
se va un día de tu humana existencia
y en cada vaso hay muchas gotas,
en cada jarana muchos vasos
y así entregas tu vida sin pudor y sin decencia.

Para ingerir el vaso de licor
levantas el brazo lentamente…
Sabes que ahí va el puñal suicida
y sabiendo bien compraste tu homicida.
Sabes que el licor no es alimento,
sabes que el licor no es medicina,
sabes que tu vida así declina
y sabes que tus hijos tu culpa han de pagar
viviendo enfermos y llenos de lamentos.
Reacciona: ¡Eres hombre!.


A UN HERMANO

Por mis gruesas manos sangre tuya corre,
oh hermano indio que vives en la puna.
Te muestras siempre triste y a tus dolores socorre
tu quena inseparable que es tu mejor fortuna.

La desconfianza habita en tu noble pecho
y mucha razón tienes y no hablo mal de esto.
Tú vienes desconfiado desde tu humilde lecho
y muestras orgulloso tu honorable gesto.

Y cuando te pregunto la razón de tu tristeza,
en tono humilde y suave me das contestación,
encuentro solamente respuestas de franqueza
con frases de martirio y de interrogación:

¿Por qué la desconfianza no ha de habitar en mi
si soy un triste indio que recuerdo lo de antaño:
la grandeza del Imperio en aquellos nobles años
y si también recuerdo a esos blancos aquí?!

En verdad hermano indio, todo esto fue así
y nuevamente digo que tienes la razón
y al verte taciturno la desconfianza nace en mi,
porque al igual que el tuyo late mi corazón.

Mi sangre es tuya y la tuya es mía.
Por esos estoy contigo en tu tristeza y tu alegría;
por ello evoco el nombre de mi más fiel hermano:
de ti hermano indio ¡cien por ciento peruano!

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