viernes, 18 de junio de 2010

Todo empezó como jugando

Estimulados por la profesora de lenguaje y por la presencia eventual de declamadores que llegaban de otras ciudades de la costa integrando grupos teatrales y musicales, en el Colegio Santo Toribio de Rioja se produjo un ambiente de aficionados al arte de escribir, declamar, y en no pocos casos el de cantar. Como exponentes de estos géneros destacaron, entre otros, Víctor Roca Vargas y Santiago Montoya. El primero, siendo estudiante fue aplaudido como el poeta del Colegio y del pueblo; pues, demostraba destreza y talento para la composición no solo de poesías, sino, además, de obras de teatro y canciones escenificadas e interpretadas por otros compañeros. El segundo, extraordinario cantautor, hasta la fecha lo tenemos deleitando a su público amazónico, principalmente, sin dejar de participar en escenarios de Lima, provincias y países vecinos.

Mi caso fue el del alumno que conserva el perfil bajo. Escribía cuartetos rimados y casi siempre humoradas satirizando a los profesores y a los condiscípulos. Esto me costó más de una reprimenda, enojos y eventualmente, expulsiones. Cuando mis compañeros de aula se quejaban ante la profesora de Lenguaje, ella explicaba diciendo que estas humoradas deberían ser tomadas como tales y no como motivos de molestias ni de resentimientos. Con ocasión de estas quejas nos dio como tarea hacer una composición refrendada por un seudónimo. ¿Qué es eso? Nos enseñó que una manera de hacer el seudónimo es tomando las iniciales de nuestros nombres y apellidos. Esto hice, tomé las primeras sílabas de mis dos nombres y mi primera apellido. Al día siguiente, al revisar los trabajos, encontró unos versos cuyo seudónimo era CEGURO. Al preguntar cuál de los alumnos cometió tremendo error ortográfico, me puse de pie y le expliqué que no era tal, hice lo que ella indicó. La maestra pidió, además, que al seudónimo deberíamos darle significado. Ante esto lo que atiné fue presentar una explicación y es la siguiente;

CEGURO digo que soy
de eso estoy muy seguro
y seguro viviré
sabiendo que yo soy CEGURO.

Esto sucedió en el tercer año de secundaria. Posteriormente, durante el cuarto y quinto, la producción fue constante y los versos salían como jugando. De todo esto quedó muy poco, casi nada; y antes que corran la suerte de sus contemporáneos, aquí los dejamos para que al lado de otros asimétricos, vayan a recorrer el mundo, distrayendo o enojando a queienes los lean.

Todo lo que hoy presentamos no responde a una presunción de poeta. Los escribí en diferentes circunstancias y en distintos lugares. Nunca pensé publicarlos, porque no fueron escritos con esa intención y además, porque considero que existen extraordinarios poetas que destacan en el arte de expresar las alegrías y las penas, el amor el odio, la belleza, la amargura o dulzura de la vida a través de la palabra. Estas composiciones salen a camiar a pedido de mis hijos y amigos que en algún momento tuvieron acceso a algunos de ellos y consideran que ameritan ser leídos por otros.

Gustavo Rojas





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