lunes, 28 de junio de 2010

A manera de prólogo

GUSTAVO ROJAS: UN POETA INVOLUNTARIO


"Te traigo mi voz y mi reclamo
porque están matando el presente
y cerrándonos el túnel del futuro"
G.R.

Por WINSTON ORRILLO
Quizá lo mejor y lo más importante de la vida, es lo que sucede, lo que acaece de modo involuntario. Desconfío de los que planifican -especialmente en el terreno del arte, de la creación.

La voz de la musa advierte cuando nuestro espíritu, saturado por la necesidad de sobrevivir, de decir su propia palabra -que en los mejores casos es de oposición frente a un presente aciago- irrumpe y desborda los muros del silencio. O de esa propia realidad que aspira a silenciarnos. O, como dice nuestro novísimo poeta, "cerrándonos el túnel del futuro".

Cuando la poesía, la voz más alta de la palabra -la poesía- nace de este modo, es cuando yo me prosterno ante ella. Es cuando yo reconozco su esencia, su enjundia más auténtica.

El marqueteado mundo del presente, en especial en lo que se refiere al arte y a la cultura, está ahito de figurettis, de poseurs, de tránsfugas y, por qué no decirlo, de transexuales que pretenden convertir la vida en un espectáculo digno de un desfile de vedettes-o de cocottes- en una especie de Moulin Rouge de la literatura.

Todo lo anterior, es obvio, tiende a frivolizar, a distraer a un público cuya alma no es que esté vacía, sino que ellos mismos han vaciado y quieren seguir haciéndolo, con la complicidad, con el celestinaje, los latifundios mediáticos.

Por eso me place saludar Detrás del telón, conjunto de poemas de Gustavo Rojas Vela, fogueado maestro y dirigente esclarecido de uno de los gremios más escarnecidos por los Gobiernos ad usum que, por supuesto, quisieran que los maestros no piensen para, de este modo siniestro, hacer que sus alumnos-nuestros hijos- continúen siendo los zombies, los androides, las marionetas que necesitan sus engendros de sociedad, entre los que ha tenido un papel esclarecido la última y tambaleante creación que ya ha demostrado su podredumbre, su falacia ínsita. Me refiero, "sin dudas ni murmuraciones" a la llamada sociedad de consumo, neoliberal o globalizada.

Sin embargo, el papel del maestro es cardinal en la construcción de ese nuevo mundo, de esa otra sociedad que, hoy más que nunca, sabemos posible. Necesitamos construir o acabar de construir, mejor dicho (allí están los ejemplos, para referirnos a nuestra América, de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Paraguay, para comenzar).

El poemario de Rojas Vela tiene, ante todo, un aire diáfano, una atmósfera impoluta, como que ha brotado del manantial de un creador proveniente del Perú no oficial ni metropolitano, sino de aquellos lugares donde, aún, se mantiene el diálogo entre la naturaleza y el hombre, entre la criatura y su entorno.

Con raíces de las verdes áreas de la selva original, el autor es fiel a su simiente y, por ello, sus versos tienen - contienen - un clamor por la defensa del medio ambiente, de esa mama pacha a la que se ha depredado hasta la saciedad, y que ya ha empezado a pasarnos la factura.

Los versos de Rojas Vela están henchidos, además, como buen maestro que es su autor, de una raigambre ética, de un sentido admonitorio contra los causantes de los males que nos rodean, y que tienen nombre y apellido, que no son "por obra y gracia del Espíritu Santo", sino que forman parte de un Sistema genocida que se basa en la ganancia irracional que se halla en el gonfalón del capitalismo salvaje ad usum.

Rojas Vela es lírico-en sus textos de amor, en sus poemas a la familia, en sus versos a los niños ("el futuro del mundo"; para Martí)-pero es épico en sus denuncias, en sus requisitorias contra la sociedad deshumanizada a la que quieren condenarnos los dueños del poder.

Los cantos de este breve libro nos conducen a los vericuetos del amor y a las voces flamígeras de los que no se resignan a que siga, como enseña ominosa, el verbo de Thomas Hobbes: "homo homini lupus".

Y, en efecto, para que el hombre, nunca más sea un lobo para el hombre, es que escribe este maestro que, involuntariamente (a esto yo le llamo auténticamente) ha devenido en poeta, porque, como decía nuestro Mariátegui, la revolución será, para los pobres, no solo la conquista del pan, sino la conquista del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu..."
¿Un poeta maestro? Yo diría que todos los maestros son poetas, porque si sus clases no son creativas, si no saben manejar la delicadísima materia prima del alma y el pensamiento de los niños, mejor que se dediquen a lobbystas.



La Calera, Lima, octubre de 2008



















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