viernes, 25 de junio de 2010

Los Maestros y la Tercera Edad

Escribe: Gustavo Rojas Vela
Presidente del Consejo Directivo de Educap

Mientras los maestros se encuentren en actividad, el tema de la tercera edad es relativamente ajeno a sus preocupaciones. Esta etapa de la vida se ve tan lejana y propia para personas que ya vivieron mucho, por lo que no se dan el tiempo para pensar en ella.

En el Perú, los maestros consideran casi peyorativamente la tercera edad como sinónimo de jubilado; de ahí que en la Asociación Nacional de Cesantes y Jubilados (ANCIJE) encontramos más cesantes y muy pocos jubilados; y cuando por curiosidad alguien pregunta a cualquier sexagenario si es jubilado, la respuesta es inmediata y a veces airada: “soy cesante, jubilados son los viejitos” seguida de risas o muecas que demuestran rechazo tal condición.
Ser jubilado en el magisterio, debería ser sinónimo de júbilo por la satisfacción de haber cumplido la noble misión de educar durante toda una vida; sin embargo, el término resulta poco menos que vergonzoso y consecuentemente rechazado, como si el no cumplir los años de servicio en la docencia constituiría un mérito y el hacer la jornada completa un demérito. En cualquiera de los casos, cesante o jubilado, estamos tratando de una misma situación: maestros pensionistas.
Cuando nos encontramos en actividad ¿qué hacemos para anticiparnos a lo que inevitablemente vendrá?. Qué hizo y qué hace el sindicato?. Observamos muchas veces muestras de discriminación entre activos y pensionistas. En más de una ocasión, maestros y maestras que dieron lo mejor de su juventud y pusieron en riesgo su trabajo, su integridad física, su libertad e incluso sus vidas para forjar el sindicato, cuando van al local sindical, no falta un advenedizo que les salga al encuentro diciéndoles que se han equivocado de lugar, pues les corresponde el local donde funciona la ANCIJE. Esto, si bien es cierto no es una actitud mayoritaria, pero está presente y no podemos dejar de tenerlo en cuenta.

¿Qué hacen los maestros pensionistas?
Los maestros que solamente se han dedicado al aula y no proyectaron otra actividad, en su gran mayoría no asimilan la nueva situación. El hecho de haber pasado 30 o más años consecutivos con niños y/o adolescentes y de pronto encontrarse en un entorno estrecho como la familia, genera incomodad y malestar, muchas veces difícil de comprender y por lo tanto difícil de afrontar. Algunos optan por volver al Colegio aunque sea de visita, pero al encontrar su aula con otro profesor y por lo tanto sin acceso a ella, mira lo que tiene como entorno y acude a la asociación de cesantes y jubilados, donde su regocijo de encuentro con otros jubilados como él es muy pasajero. Va en busca de optimismo, de opciones que le ayuden a afrontar su nueva situación y lo que encuentra, casi siempre, es todo lo contrario: La institución no ha previsto áreas de orientación legal, salud geriátrica, recreación, video club, biblioteca, hemeroteca, investigación científica, informática educativa y/o recreativa, etc. Las eventuales reuniones con sus colegas son fortuitas y los temas que tratan están relacionados con los achaques de la vejez, la hospitalización de tal o cual compañero y el fallecimiento de alguien que pasó a estar entre los buenos. Un aspecto que no falta de ninguna agenda es el conjunto de especulaciones acerca de lo que hace o deberían hacer sus dirigentes. En el entorno de otras instituciones sucede algo similar: los espacios que encuentran son estrechos y carentes de proyecciones.

En determinadas ocasiones al entrevistar maestros jubilados y al preguntarles a qué se dedican, unos responden con la verdad abierta y cruda, lamentando su situación de sobrevivencia con magras pensiones. Las maestras jubiladas toman como opción inmediata el cuidado cariñoso de los nietos, a quienes adoran y son capaces de dar sus vidas por ellos, a parte de compartir sus exiguas pensiones. Hay maestros, activos y pensionistas, que son captados por alguna ONG y otros por editoriales transnacionales que les hacen trabajar desde el anonimato. Estos le ayudan a aliviar parte de su vida presente, pero no resuelven el problema de continuidad futura. Al final, el destino de todos, o la mayoría es caer el mismo nivel de abandono.

Los maestros que solamente se han dedicado al trabajo docente, al dejar las aulas no tienen un lugar de desarrollo personal, menos profesional. Solamente quienes han logrado forjar otra actividad paralela a la docencia, tienen qué hacer y por lo tanto cuentan con un medio que les ayuda a prolongar y a veces a mejorar las condiciones de vida y por lo tanto hacer llevadero los años de la tercera edad. Los demás, se encuentran en abandono total y cruel, con desatención por parte del estado que no prevé una vejez digna, sino que por el contrario paga pensiones irrisorias y vergonzantes. Todo lo expuesto, como es natural, no tiene carácter de absoluto. Hay excepciones respetables que continúan haciendo docencia de diversos modos, unos en instituciones educativas privadas de diversos niveles y otros en el nivel superior universitario.
Es pues, el momento en que las instituciones (sindicatos, asociaciones, derramas, cooperativas, etc) que agrupan a maestros deberían tomar como agenda de trabajo el análisis serio y concienzudo acerca de la situación de los pensionistas, llámense cesantes o jubilados. Los maestros en actividad tienen el deber irrenunciable de prepararse para cuando lleguen a ser adultos mayores y, éstos, la urgencia de encontrar formas organizativas para ser atendidos dignamente, a la par de llevar a cabo luchas conjuntas para que el Estado asuma sus responsabilidades con quienes ya cumplieron con el deber que la sociedad les ha encomendado.

¿Qué hacer?
Frente al Estado que siempre se ha mostrado indolente, claro que no hay otro camino que la lucha. No hay otra vía. Los derechos conculcados deben ser reivindicados y luchar en los planos gremial y político son las alternativas. Las jornadas de lucha de los jubilados tienen estar necesariamente coordinadas y cohesionadas con las de los activos. Es de tener en cuenta además, que los resultados de las luchas no siempre son inmediatos, ni tampoco satisfactorios. Hay ocasiones en que la lucha es cruenta y lo que eventualmente se pueda conseguir, no siempre está a nivel del esfuerzo desplegado ni de las expectativas generales. A la par de la lucha en todos los planos y niveles, es bueno, necesario y conveniente buscar nuevos mecanismos que ayuden a tener una vejez saludable.

El funcionamiento de las Casas del Adulto Mayor que realizan actividades diversas de acuerdo con las iniciativas de los promotores en cada tiempo y lugar, es una interesante alternativa. Aquí se concentran jubilados de diversas áreas de actividad y propician encuentros sanos y saludables.
Las Universidades de la Tercera Edad existentes en otros países y que, en el Perú, aun no tienen presencia viva, propician espacio y tiempo para demostrar que cualquier edad es buena para aprender, crear e identificarse consigo mismo y descubrir potencialidades, valores y aptitudes que pongan en ejercicio todo un conjunto de experiencias que hacen de él un sujeto consciente, reflexivo y maduro. Con una adecuada orientación, los jubilados de todos los sectores laborales, pueden proponerse metas y objetivos de acuerdo con sus aspiraciones e intereses.

Un Programa Integral de Educación, Trabajo y Previsión Social como “Manos Maestras del Perú” que la Ancije trató de impulsar en el año 1997 es algo que debería retomarse tomando como lema “Cesantes en la educación, activos en la producción”. Entendiéndose la producción no solamente de bienes materiales, sino de productos educativos resultantes del aprovechamiento del cúmulo de experiencias prácticas y concretas que los maestros lograron en las aulas. No es posible dejar en el abandono a quienes durante toda una vida se dedicaron a formar hombres de bien. Hay abundante experiencia de trabajo educativo que debería sistematizarse y ser volcado como contribución de las generaciones que se van a favor de los maestros en actividad.

En el plano institucional, los maestros que encontrándose en actividad aportan cuotas económicas para determinada institución, deberían continuar en ella hasta después de la jubilación; es decir, hasta la muerte. No es justo que existan organizaciones que se sustentan con las cuotas de los maestros activos y cuando estos pasan a la jubilación, simplemente les dicen: aquí tienes tu capital de retiro y en adelante verás que haces; es decir, en lo mejor de su vida cotiza y cuando más necesita de la organización a la que ayudó en su crecimiento, no le queda más opción que empezar como nuevo en otra institución en la que solamente se encuentran “los viejitos”. Si alguien se pasó más de 30 años cotizando tiene legítimo derecho de continuar en su organización por el resto de su vida, más aún cuando ésta ostenta millonarias ganancias.

Las villas geriátricas debidamente planificadas y adecuadamente acondicionadas constituyen una necesidad urgente por resolver. ¿Quién atiende a los jubilados(as) sin hijos o a los adultos mayores que cayeron en situación de indigencia?. Algunas organizaciones religiosas brindan servicios de esta naturaleza a cambio del endose del cheque mensual, pero, esto no es suficiente.
Estos apuntes son temas que deberían ser discutidos junto con otras propuestas que de seguro existen en el ambiente magisterial y/o de otros sectores; pues, no es posible quedarnos solamente en la contemplación frente a los jubilados, ni menos verlos convertidos en presas deseables de inescrupulosos políticos que se acuerdan de ellos en cada ocasión pre electoral. No es justo que cada uno quede al amparo y designio de su buena o mala suerte. Si bien es cierto que la lucha reivindicativa y política es la opción fundamental, sucede muchas veces que la vejez es una etapa corta que no permite ver convertido en logros todo el esfuerzo desplegado.

En estos últimos años, vemos a los gobiernos de otros países, aun en los llamados desarrollados, cómo toman medidas que atropellan la dignidad y la propia vida de los adultos mayores, llegan a dictar dispositivos legales que recortan y en algunos casos, anulan los derechos pensionarios. Se atreven, como en nuestro caso, a proponer la compra de las pensiones sin importarles lo que pasará cuando se consuma el dinero pagado. La respuesta organizada es la alternativa, tanto en el nivel institucional, con paliativos de asistencia mutua; en lo gremial, por el logro de reivindicaciones de derechos conculcados y en lo político, que no necesariamente quiere decir electoral, por el logro del cambio estructural de nuestra sociedad y la economía que la sostiene.



PLEGARIA AL MAESTRO
Gustavo Rojas Vela


MAESTRO
Ante tí
y porque en tí confío
he venido buscando un camino
una luz
un guía
una esperanza.

He venido con mi grito entre las manos
a arrojar mi palabra en la vidriera
de esta sociedad que no escucha ni tolera.
Te traigo mi voz y mi reclamo
porque están matando el presente
y cerrándonos el túnel del futuro.

Maestro
tú sabes que el monstruo acecha
y está apagando la vida
destruyendo los bosques
saqueando los mares,
contaminando el aire.

Tú lo sabes maestro
y para que no sigamos callando
aquí traigo mi voz hecha cuchillo
para cortar el nudo
que el miedo nos pone en la garganta,
para juntos gritarle al mundo
que nos interesa el camino de la vida,
nos importa el futuro de los hombres.

Maestro,
por eso vengo a ti
reserva moral inquebrantable,
escudo de combate indestructible,
profesional que no se vende ni se compra,
camino de la luz y la esperanza.

Maestro,
enséñame a vivir
a defender la vida
Enséñame al luchar
a combatir al monstruo.
Enséñame todo esto con tu ejemplo
yo te ofrezco la limpieza de mis actos,
mi edad temprana
y mi energía en alto.

Maestro
No hagas de mí un bicho genuflexo
Haz de mí un hombre honrado y digno.
Maestro
EN TI CONFÍO.

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